
Como resultado de su compromiso con las empresas del sector como socio tecnológico , el Instituto Tecnológico del Plástico, Aimplas, registró en el pasado ejercicio un crecimiento del 13,6%, pasando de unos ingresos de 10,3 millones de euros en 2017 a 11,7 millones de euros en 2018. También ha aumentado su número de clientes de 2.460 a 2.576 en el último año, en tanto que la cifra de empresas asociadas se sitúa en 626 frente a las 612 de 2017. En paralelo, el centro ha crecido un 17% en número de empleados, hasta alcanzar una plantilla de 152 personas.
Con estas cifras, Aimplas "se ha consolidado como referencia a nivel nacional en análisis y ensayos, gracias a la constante ampliación del alcance de sus acreditaciones, que lo convierten en el primer centro español en oferta de ensayos acreditados para la industria del plástico", destacan fuentes del centro. La última de estas certificaciones ha sido el reconocimiento de Tüv Austria que permitirá a las empresas obtener a través de sus ensayos las etiquetas OK Compost Industrial, OK Compost Home, OK Biodegradable Soil y Seedling. Además, desde finales del año pasado, Aimplas también cuenta con personal experto acreditado como auditor de EuCertPlast para asesorar a las empresas en la obtención de su certificación.
Socio tecnológico ante los nuevos retos sociales
En su labor de partner tecnológico, el centro gestionó en 2018 un total de 170 proyectos de la mano de 452 empresas (de las cuales 268 eran pymes). Estas iniciativas obtuvieron de su apuesta por la I+D+i un retorno de 26,2 millones de euros.
Según destacan fuentes del centro, "gracias a estos proyectos, se han desarrollado soluciones a los retos que plantea la sociedad en materia de medio ambiente, salud, movilidad sostenible, seguridad alimentaria o industria conectada". La sostenibilidad es uno de los focos en los que más se ha venido centrando el instituto tecnológico en los últimos años, entre los ejemplos actuales de sus investigaciones, se están desarrollado proyectos que darán como resultado estructuras basadas en nanomateriales que actúan como absorbedores de CO2 en chimeneas industriales, o nuevos envases fabricados con materiales biodegradables y procedentes de fuentes renovables, así como tintas al agua con las mismas propiedades que las convencionales, pero más respetuosas con el medio ambiente.