
El estudio realizado por el Grupo Hero, la Universidad de Murcia y ETH Zúrich muestra que la percepción de la naturalidad por parte del consumidor se centra más en la falta de cualidades negativas, como los aditivos, que en la presencia de cualidades positivas; y concluye que los consumidores perciben un alimento como“saludable en función de 15 cualidades que se agrupan en tres categorías: origen de los alimentos, es decir, que sean materias primas orgánicas cultivadas de manera local; proceso de elaboración, que no utilice ingredientes artificiales, conservantes, aditivos, colorantes y saborizantes artificiales, sustancias químicas, hormonas, pesticidas y transgénicos (OGM) y, por último, el producto final debe ser saludable, ecológico, sabroso y fresco.
El director de Innovación del Grupo Hero e impulsor del estudio, Luisma Sánchez Siles afirma que “la misión del Grupo Hero es deleitar a los consumidores conservando lo bueno de la naturaleza. El objetivo de este estudio era profundizar en lo que los consumidores entendían por “natural”, para cumplir con nuestra misión de la mejor manera posible".
La mayoría de los consumidores considera crucial la naturalidad de los alimentos, y los productos que no se perciben como tales, se arriesgan a quedarse en las estanterías de los comercios. En este sentido, según una encuesta del Centro de Investigación de Estados Unidos Consumer Reports National Research Center (2015), el 62% de los consumidores compran productos etiquetados como “naturales". El informe Nielsen de 2015 Healthy Eating Trends Around the World (sobre tendencias a la Alimentación Saludable alrededor del Mundo, 2015) indica además, que el 57% de los encuestados incorporan cada vez, un mayor número de alimentos naturales a sus dietas.
Revisión de la naturalidad
Esta revisión sobre la naturalidad llega en un momento en que los consumidores de todo el mundo demandan más productos naturales. Sin embargo, dada la falta de una definición clara o de una regulación al respecto, la naturalidad queda abierta a múltiples interpretaciones, llevando a los consumidores a confusión.
“Es irónico, pero no existe una definición exacta de lo que constituye la “naturalidad” en alimentación. Usemos el origen de los alimentos como ejemplo: si tenemos una materia prima cultivada de manera orgánica, una manzana, por ejemplo, ésta puede considerarse un alimento natural. Sin embargo, ¿qué ocurre si incluimos un alto grado de procesado y añadimos conservantes y sustancias químicas? ¿Podría seguir denominándose natural?”, se preguntan los investigadores.
El estudio pone de manifiesto la gran importancia de la naturalidad y su fuerte asociación con la salud. Esta tendencia revela algunas claves que deben tener en cuenta la industria de alimentación como combinar procesos de producción, ingredientes, envasado y comercialización de modo que el consumidor perciba los alimentos como naturales, similares a la alimentación tradicional; tener en cuenta la percepción del consumidor sobre la naturalidad; sustituir los aditivos sintéticos de los alimentos, entre otras.