
La organización sin ánimo de lucro Carbon Disclosure Project (CDP) ha elegido a Nestlé como una de las 120 empresas líderes mundiales contra el cambio climático, en su Lista A del Clima 2017. Este reconocimiento a la labor de Nestlé en favor del medio ambiente responde al propósito de Nestlé de mejorar la calidad de vida y contribuir a un futuro más sostenible. Esta es la segunda vez que la compañía de alimentación figura en este ranking, pues la primera vez fue en 2016.
Nestlé se encuentra entre el 5% de las empresas participantes que han recibido esta distinción, que supone un reconocimiento a las medidas desarrolladas por la compañía para reducir las emisiones, mitigar los riesgos climáticos y desarrollar una economía baja en carbono, de acuerdo con su política de responsabilidad social corporativa.
De esta manera, en los últimos diez años, Nestlé ha reducido en un 39% sus emisiones directas de gases de efecto invernadero (GEI) por tonelada de producto fabricado, a la vez que se ha ampliado la producción en un 46%. La compañía sigue trabajando para alcanzar el objetivo marcado para 2020, centrado en reducir en un 35% las emisiones de GEI por tonelada de producto fabricado con respecto a 2010.
Espíritu medioambiental en su ADN
Desde sus inicios, Nestlé lleva inscrito en sus genes el respeto por la naturaleza. En 1866, su fundador, el empresario suizo de origen alemán Henri Nestlé desarrolló el primer producto alimenticio de la que hoy es la primera compañía mundial de alimentación. Y lo hizo en una pequeña localidad helvética, Vevey, bañada por las aguas del lago Lemán (El lago de Ginebra) y rodeada del entorno paisajístico de los Alpes. Fue así como Nestlé comenzó a desarrollar su responsabilidad social corporativa, con una especial sensibilidad hacia el medio ambiente, tanto para protegerlo como para emplear los recursos que le brindaba, sobre todo pastos, agua y ganadería vacuna.
En ese compromiso radica el establecimiento de los principios medioambientales que deben regir sus actividades. Esta es la razón por la que Nestlé actuó por delante de las leyes en materia de protección del medio ambiente, en todas sus operaciones, como por ejemplo, la instalación de su primera depuradora de aguas residuales en 1966, en la fábrica de La Penilla de Cayón (Cantabria), dos décadas antes de mandato legal.
Como agente social, Nestlé debe demostrar un comportamiento responsable hacia el medio ambiente para cimentar su actividad empresarial en la perspectiva de Creación de Valor Compartido. El propio futuro de la firma está vinculado al futuro del planeta y depende de la capacidad para garantizar la agricultura y la seguridad alimentaria. Para afrontar los retos medioambientales, Nestlé realiza una doble estrategia: por una parte, impulsar la innovación en productos, no solo saludables y nutricionalmente equilibrados, si no también elaborados de forma respetuosa con el medio ambiente, optimizando el uso de recursos naturales; y por otra, minimizar el consumo de los recursos naturales en las operaciones.
De acuerdo con su política de responsabilidad social corporativa, “el esfuerzo de Nestlé por reducir el impacto medioambiental ha sido constante en los últimos años”, según apuntan desde la compañía, ya que “los indicadores de uso de agua y energía por tonelada de producto fabricado muestran una evolución favorable”, creando así valor para la sociedad, por la preservación de recursos naturales, y para la empresa, por la disminución de costes. Nestlé considera todos los indicadores de forma global, y se muestra partidaria de medir la huella medioambiental, no sólo la de carbono, sino tanto en actividades sobre las que ya tiene una acción directa como las realizadas por terceros, antes y después de la fabricación.
En esta línea, a través de la iniciativa Nestlé Continuous Excellence, la compañía busca fomentar una visión conjunta de toda la cadena de valor de la producción de alimentos elaborados, para reducir al mínimo los recursos necesarios para producir, transportar, elaborar, almacenar y distribuir sus referencias. El gran reto de Nestlé es optimizar el conjunto de las operaciones, en lugar de cada uno de los eslabones o procesos por separado.